La poesía es hacerle el amor a la palabra,
o más bien, dejar que la palabra entre en nosotros
y siembre su jardin en nuestro Eden.
o más bien, dejar que la palabra entre en nosotros
y siembre su jardin en nuestro Eden.
Viajamos en su alfombra de versos moviendo con su magia al universo
(gritando carpe diem mientras atravesamos los cielos).
(gritando carpe diem mientras atravesamos los cielos).
Después, cuando logramos aterrizar,
y presenciamos lo que ha quedado de nuestro breve copular,
encontramos unos versos anidados en la aurora,
Un recuerdo plasmado de sal, sangre, y las mieles de otras horas,
Cuando la palabra se volvió un espejo y nosotros una sombra,
una niebla, una luz que se ahoga,
Una imperceptible fuga que se pierde en la intimidad de su vacío,
Volcándose, sucumbiendo ante los latidos de su propio devenir.
y presenciamos lo que ha quedado de nuestro breve copular,
encontramos unos versos anidados en la aurora,
Un recuerdo plasmado de sal, sangre, y las mieles de otras horas,
Cuando la palabra se volvió un espejo y nosotros una sombra,
una niebla, una luz que se ahoga,
Una imperceptible fuga que se pierde en la intimidad de su vacío,
Volcándose, sucumbiendo ante los latidos de su propio devenir.
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