Facebook

El Facebook es un museo de mentes. Vamos todos caminando con los audífonos puestos, tratando de que la conciencie nos dicte como ir reaccionando frente a todas estas obras que vemos, algunas únicas, otras únicas sin el suficiente coraje de ser únicas, y otras que solo le dan retweet a la vida de los demás. Algunas mentes son coloridas, otras, muy trágicas; de vez en cuando también se avistan grise...s que tratan de enmascarar su propia estupidez. A veces, cuando una de las mentes dice algo que entretiene a los demás, el resto aplaude con un like, y si de verdad busca alinearse con la idea, hasta la comparte. El único problema que tiene el museo es que te va enredando sin que lo sepas. Comienzas a convencerte de que tienes el poder de ingresar a las mentes de los demás cuando así lo necesites. ¡Y qué bien se siente! En ellas te escapas, viajas el mundo, te preguntas como se habrá sentido Susanita después que se hizo las tetas. ¡Que seductoras estas mentes! ¡Que capacidad tienen de embrujarte con sus telarañas! Y en ese afán que tienes de pertenecer maquillas tus palabras, te colocas mascaras rosadas sobre tus rostros oscuros, exageras, criticas, te burlas, y terminas olvidándote de ti misma, pereciendo detrás de una pantalla. Y en un momento quizás sincronizado, o quizás por puro chance, llegamos todos juntos a la siguiente conclusión: Estamos atrapados en este museo, como aquel “Ángel Exterminador” con que Buñuel una vez se soñó.