Hay seres humanos que llevan la palabra esceptisismo a un punto tal que le drenan toda la magia y el misterio al mundo en el que viven. Es como si no se dieran cuenta que la percepción que tienen del universo es sumamente dependiente de las experiencias que han tenido, y ese esceptisismo burdo trae a la luz el hecho de que no han tenido ninguna experiencia que se salga de esos marcos de realidad a la que tanto se aferran. Por ende, niegan la existencia de todo aquello que no pueden medir con una regla, pesar con una balanza, y probar con el resto de esos rudimentarios objetos que hemos creado para analizar un universo infinítamente complejo.
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